Profundo hálito de piedra
y aire condenado a no desaparecer.
Tal vez el amor fue aquello que exhalamos
sobre nuestros primeros cuerpos
sobre nuestros primeros versos.
Seguimos tocando las mismas teclas
que cuando éramos sordos
y ciegos.
No, no nos matará el tiempo.
No nos matará el amor.
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